jueves, 23 de octubre de 2014

Definir violencia no es tan fácil como se piensa ya que no es un concepto concreto, es difuso y sin precisión científica, que va variando según en qué se aplique y quién la define. La definición que se le dé a la violencia se irá modificando según la apreciación del sujeto que la define, y que estará influenciada por una serie de factores, tales como su experiencias, su entorno y la cultura en la que vive. Para tener una una definición lo más amplia posible y neutral, ocuparemos la de la Organización Mundial de la Salud, que la define como “El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”.

Referente a quienes son las víctimas, la violencia no hace distinción en cuanto al agredido, existiendo violencia física, psicológica, sexual, económica, por religión, por raza, e incluso por género, que alude a la mujer.

Haciendo referencia a esta última, la violencia de género llega a ser tan frecuente, que incluso en el diccionario de la Real Academia Española se hace una mención especial al sexo femenino al hablar de este tema, definiendo violencia como “Acción de violar a una mujer”, dándonos a entender que son ellas quienes más sufren de estas agresiones.

Sin embargo unas de las intimidaciones con más impacto es la violencia durante el embarazo, en la que sus consecuencias no solo afectan a la madre, sino también al niño en gestación, el cual puede salir tanto o más afectado que la mujer, y corriendo el riesgo de que este manifieste las mismas actitudes que el agresor cuando sea mayor.


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