Definir
violencia no es tan fácil como se piensa ya que no es un concepto concreto, es
difuso y sin precisión científica, que va variando según en qué se aplique y
quién la define. La definición que se le dé a la violencia se irá modificando
según la apreciación del sujeto que la define, y que estará influenciada por
una serie de factores, tales como su experiencias, su entorno y la cultura en
la que vive. Para tener una una definición lo más amplia posible y neutral,
ocuparemos la de la Organización Mundial de la Salud, que la define como “El uso deliberado de la fuerza física o el
poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o
un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar
lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”.
Referente
a quienes son las víctimas, la violencia no hace distinción en cuanto al
agredido, existiendo violencia física, psicológica, sexual, económica, por
religión, por raza, e incluso por género, que alude a la mujer.
Haciendo referencia a esta última,
la violencia de género llega a ser tan frecuente, que incluso en el diccionario
de la Real Academia Española se hace una mención especial al sexo femenino al
hablar de este tema, definiendo violencia como “Acción de violar a una mujer”, dándonos a entender que son ellas
quienes más sufren de estas agresiones.
Sin embargo unas de las
intimidaciones con más impacto es la violencia durante el embarazo, en la que
sus consecuencias no solo afectan a la madre, sino también al niño en
gestación, el cual puede salir tanto o más afectado que la mujer, y corriendo
el riesgo de que este manifieste las mismas actitudes que el agresor cuando sea
mayor.

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